sábado, 12 de febrero de 2011

A MI ABUELA "EDIDA"


EL DELANTAL DE MI ABUELA
Recuerdo a mi abuela en la cocina rodeada de cacerolas y envuelta en el aroma exquisito de cualquier comida, pendiente de mis hermanos y de mí. La recuerdo como una mujer grande y voluminosa, nosotros pequeños e indefensos a su lado nos sentíamos fuertes y protegidos. Su pelo gris, su cara hermosa, feliz, de ojos siempre húmedos y mirada todo bondad.
Tenia mi abuela una colección de delantales todos grises con cuadros blancos y negros, los que sujetaba a su pecho con dos imperdibles de los que colgaba una medalla de un santo o virgen. Solían tener los delantales de uno a dos bolsillos de los que tirábamos mis hermanos y yo para llamar su atención. Hurgábamos hasta llegar al fondo de ellos como un mago lo haría en su chistera esperando encontrar el conejo blanco o que saliese revoloteando de ellos una paloma.
Nos sentábamos en el suelo de la cocina, a sus pies, embobados en sus movimientos, hasta que tropezaba con alguno de nosotros y entonces nos invitaba a salir al jardín a tomar el sol y nos relataba una de sus innumerables e interesantes historias que nos dejaban la boca abierta.
El bolsillo derecho de su delantal era nuestro preferido, cuando la veíamos introducir la mano en él, nos invadía el nerviosismo, abríamos los ojos todo lo que podíamos para no perder detalle. La escena parecía transcurrir a cámara lenta, la mano saliendo de su bolsillo con una bolsa de papel y nosotros, ya con las manos extendidas, recibíamos el premio esperado, una sabrosa galleta con el chocolate derretido por el calor, un pico de pan crujiente, un caramelo... cualquier cosa que saliese de ese bolsillo, era sin lugar a dudas, el manjar más sabroso del mundo. Luego de su bolsillo izquierdo sacaba un suave y perfumado pañuelo siempre blanco, con el que nos limpiaba desde los mocos hasta cualquier otro churrete que pudiésemos tener. Era el pañuelo sanador de postillas, arañazos o heridas que nos hacíamos en nuestros incontables altercados.
Mi abuela tenía la habilidad de saber el número exacto de juguetes que teníamos y cuando faltaba alguno, no dudaba en reclamárselo a nuestro amigo de turno, para nosotros era como el sheriff de las películas que siempre daba caza a los ladrones y protegía a los "buenos" en este caso nosotros.
Si caíamos enfermos, era la "cuidadora ideal", tomaba el dormitorio con potinges ,medicinas, unciones y remedios caseros, nos cuidaba hasta la exageración, no se movía de allí hasta que no estábamos recuperados, cualquier simple resfriado era motivo suficiente para disfrutar de sus cálidos cuidados. Las mejores historias las oíamos con paperas, sarampión, varicela... que mas da si eran siempre las mismas repetidas una y otra vez porque cada circunstancia era diferente por lo que la historia también.
En el dormitorio de mi abuela había dos camas grandes unidas donde dormíamos todos con ella, el más pequeño a su lado. Cuando estábamos profundamente dormidos, llegaba con un enorme biberón de leche con cacao y galletas que trituraba con una botella de cristal vacía que nos lo hacía beber uno a uno, aun recuerdo el sabor de esos biberones con grumitos por las galletas, siempre a la temperatura justa que tanto bien nos hacía.
Mi abuela dormía poco, primero los cuatro biberones de preparación tan laboriosa, luego siempre uno u otro se despertaba con lo de "Edida pipí" "Edida agua" "Edida me duele la tripa" ...nunca nunca en sus noventa y cinco años a nuestro lado nos falló mi abuela, jamás de los jamases.
Cuando mis hermanos y yo tuvimos hijos, pasó a ser bisabuela, las primeras papillas de ajo que comieron nuestros hijos se las hizo ella, jugaba con sus bisnietos como lo hizo con nosotros y les contó las mismas historias que a mis hermanos y a mi. Estuvimos, hasta en el último momento, junto a ella y cuando le llegó la hora de marchar, tuvo la lucidez de mandarnos un beso a todos nosotros y se marchó... Su rostro reflejaba amor y bondad. Te queremos Edida.

3 comentarios:

  1. Estaba impaciente por ver de que trataba tu nueva entrada y la verdad que me has sorprendido. Estoy emocionada, no esperaba ver a mi Edida, es parte de mi. Cuánto la he querido y la quiero. tu relato me ha gustao y me ha hecho volver a oler el pañuelo de la Edida. Cómo la echo de menos!!

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  2. Para ella la mejor colonia "Añeja". No se si existirá todavía. Hemos tenido mucha suerte de poder disfrutar de una familia tan maravillosa. Suerte que nos queda nuestra mami querida.

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  3. Y también me recuerda el olor de Heno de Pravia.
    Y nuestra mami a azur de puig

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