martes, 14 de octubre de 2014

FELICIDADES CONCHI!!!

Ya estamos aquí de nuevo, ahora es el turno de mi Marieta, toca refrescar la mente y rebuscar recuerdos, intentaré que el protagonista principal sea el padre de la criatura, o sea mi hermano mayor.
Sabes? siempre me recuerdas a tu padre de pequeño en cuanto a travesuras se refiere, lo restante es mio ( la que escribe se lleva la mejor parte, por eso es mi relato jajaja).
Mis hermanos y yo siempre tuvimos conciencia de lo afortunados que eramos, por el simple hecho de disfrutar de unos padres y abuelas maravillosos! De una casa enorme en la que poder hacer casi de todo. Siempre he dicho que los juegos con agua eran nuestros favoritos y protagonistas en casi todas nuestras mejores travesuras, mangerazos, deslizamientos por el suelo del patio con el desagüe taponado, baños en un bidón de latón ( qué no veas para salir y entrar) o en un “caldero” puesto a sol unas horas antes. Nuestra primera piscina fue hinchable y de tres altura, causa de numerosos mareos al llenarla a pulmón limpio cuando perdimos la bomba y que acabó toda llena de parches. Un día nos despertamos con una pequeña piscina de las de verdad, de ladrillos, no puedo recordar el día a día de la construcción, tal vez imagino que serian tantos, que nuestra impaciencia acabaría por desequilibrar al más equilibrado, ni tampoco recuerdo nuestro primer baño, es como si hubiese estado allí en el huerto toda la vida, lo que si recuerdo perfectamente son a mis hermanos y a mi con los labios morados por el frío, casi a oscuras y mi abuela con las toallas, suplicando qué saliésemos ya de una vez, y nosotros al unísono “ un ratito más”finalmente hacían acto de presencia mis padres y salíamos uno tras otro, arrugados y sin rechistar.
Teníamos una colección de flotadores y artilugios para jugar en el agua, aunque he de decir que la piscina no nos cubría ni por el lado más profundo, ni tampoco es que fuese muy grande, tenia la medida y profundidad justa para que los más pequeños no corriesen demasiado peligro, eso no quita que diésemos algún que otro susto a nuestros mayores.
Una tarde, creo recordar que por algún cumpleaños, nos sorprendió mi padre con una canoa hinchable, la cual fue recibida por nuestra parte con gritos y saltos de alegría, una vez bien llena de aire, decidimos que los primeros en subir fuesen los pequeños acompañados de un hermano mayor, el hermano restante sería el encargado de mover la canoa desde el borde de la piscina, a mi me tocó subir a la canoa de acompañante y cuidadora de los pequeños y mi hermano mayor sería el gondolero, por lo que se hizo de un palo con lo que poder arrastrarnos por el agua.
Allí estaba toda la familia al pleno preparando el acontecimiento, la canoa en el agua, mis hermanos pequeños ya subidos esperando mi turno, he de decir que subir a la embarcación no fue fácil, casi originé un naufragio al intentar acomodarme, sobraban extremidades y faltaba espacio.
Mis padres y abuela aplaudían animándonos a partir, mis hermanos y yo saludábamos nerviosos a la espera del largo crucero por los mares del sur, mi hermano mayor (el gondolero) nos amenazaba con fabricar olas gigantescas nuestro viaje comenzó, con el palo nos empujó y oímos un chasquido y la embarcación empezó a hacer aguas y hundirse con tripulación incluida, antes de perderme bajo el agua enredada en brazos y piernas de mis hermanos, pude distinguir la cara de asombro del gondolero y una mezcla de enfado y susto en las de mis padres.
Aunque rescatados del fondo de los océanos, no nos libramos de la reprimenda de mis padres, que nos reprochaban una y otra vez el que no fuésemos más cuidadosos con nuestras cosas, he de decir en nuestra defensa que la culpa no fue nuestra, sino del palo que escondía una puntilla traicionera causante de nuestra desdicha, ya que no hubo manera de arreglar tamaña avería. Lloramos no ya la canoa, sino el hecho de las innumerables aventuras no vividas, aunque las remplazamos con creces, no se nos resistía nada de nada!!, ya he comentado en numerosas ocasiones que estábamos “asalvajaos”, pero el recuerdo de la canoa moribunda aunque reluciente nos acompañó durante mucho tiempo, mis padres relataban lo sucedido una y otra vez a toda visita de las numerosas que a lo largo de nuestra infancia pasaron por nuestra casa para compartir un trocito de nuestras vidas e historias, que las hay y a montones. Que sigan apareciendo en este espacio es y será mi reto a seguir, que mis hermanos se vean identificados en ellas, lo que pretendo, que sucediese todo tal y como lo narro? Por supuestiiiiiiisimo mi desbordante imaginación así lo recuerda.



Bueno Marieta, otro año más disfrutando de tu presencia, de tu desparpajo, de tu saber estar en la vida, mi niña linda!! mi casi ingeniera!! mi rubia de sonrisa perfecta, espero que seas muy feliz, pues lo de conseguir retos, lo de luchadora, trabajadora, eso fijo que si!!. un millón de millones de besos de tu tita ( a la que te pareces tanto).