martes, 30 de octubre de 2012

TOKIO BLUES





Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha casualmente mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los Beatles, y la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta. Toru recuerda, con una mezcla de melancolía y desasosiego, a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor ?y único? amigo de la adolescencia, Kizuki. El suicidio de éste les distancia durante un año hasta que se reencuentran en la universidad. Inician allí una relación íntima; sin embargo, la frágil salud mental de Naoko se resiente y la internan en un centro de reposo. Al poco, Toru se enamora de Midori, una joven activa y resuelta. Indeciso, sumido en dudas y temores, experimenta el deslumbramiento y el desengaño allá donde todo parece cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte. La situación, para él, para los tres, se ha vuelto insostenible; ninguno parece capaz de alcanzar el delicado equilibrio entre las esperanzas juveniles y la necesidad de encontrar un lugar en el mundo. Con un fino sentido del humor, Murakami ha escrito el conmovedor relato de una educación sentimental, pero también de las pérdidas que implica toda maduración.»

viernes, 19 de octubre de 2012

SIN TÍTULO







A veces, cuando me propongo escribir porque tenga un ratito de soledad o simplemente  porque se me apetezca, las ideas desaparecen de mi memoria para esconderse en no se que rincón de mi cabeza. Otras una simple palabra, un olor, un ruido, una melodía... desencadena una serie de recuerdos que se amontonan y entremezclan esperando salir, no importa donde me encuentre ni que esté haciendo, mi mente empieza a hilvanar relatos a la espera de papel y boli. Muchos de ellos, tal vez los mejores, nunca verán  la luz, se disipan, se adormecen, se olvidan, a falta del momento de ser rescatados. Los mejores surgen en ese estado de semiinconsciencia  que precede al sueño, me prometo a mi misma escribirlos sin olvidar detalle y al llegar el día se desvanecen con los primeros rayos de luz.
Este  que voy a intentar escribir hoy, está empujando, no me deja concentrarme en nada, surgió sin mas, me vino a la mente al recordar una de las famosas frases de mi padre que tanto temíamos mis hermanos y yo por lo que traía consigo, «tarea asegurada» para según él, (nosotros vagos en potencia) solo pensábamos en jugar. La cosa comenzaba con ...Don Filomeno de...(omito el apellido) poseedor de una gran fortuna y de unos hijos igual de vagos que nosotros, a los que  encomendaba toda clase de tareas a pesar de disponer de empleados al cuidado de la casa e hijos, porque así, en un lejano día de mañana, serían «personas de provecho» . Para mi padre que nos adoraba, el tal Filomeno (salvador de su «prole») todo un modelo a seguir.
Anda que no nos daba rabia  si este se nombraba en vacaciones de verano, justo cuando nos disponíamos a jugar.
Una de esas tardes o mañanas,a los hijos de mi padre, o sea a nosotros, para no ser menos que los trabajadores y ejemplares hijos del susodicho, se nos encomendó tarea, a mi hermano mayor y a mi nos tocó el baño. Los grifos eran la manía  de mis padres que los querían relucientes, para ello los refregábamos con unos viejos cepillos de dientes hasta reflejarnos en ellos. Se limpiaban además con una pasta  espumosa al máximo (quiero creer que sería biodegradable) con un olor que aún recuerdo, como decía mi madre «olor a limpio» No se quien diseñaría el envase que contenía el tal «gior» imposible de dosificar, el contenido era tan espeso, el bote tan blando, apretabas por la mitad hasta que el liquido subía y subía, si dejabas de apretar este volvía a desaparecer dentro de la botella, eso sí, esta tenia que estar siempre hacía arriba si no querías verterlo todo de una vez. Mi hermano mayor más habilidoso que yo en estos menesteres, le tenía cogido el «tranquillo» a la botella. Los grifos del lavabo brillaban cómo espejos! así que ahora era el turno de los de la bañera, eran cuatro y estaban en la pared por lo que para limpiarlos lo hacíamos desde dentro de la misma, era verano, hacia mucho calor, no se si la idea de «colocarnos» los bañadores fue de mi hermano o mía pero allí estábamos, cepillo en una mano, bote de «gior» en otra 40º grados... pusimos el tapón a la bañera, abrimos el grifo para refrescarnos un poco y «trabajar» mejor, mi hermano «el dosificador de detergente» debió de apretar más de la cuenta el bote y la pasta salió toda de una vez, cayendo dentro de la bañera con agua. Intentamos sin éxito por nuestra parte introducir el detergente en el bote antes de que se mezclase con el agua. La espuma empezó a crecer y crecer y crecer...y nosotros a olvidarnos de los cepillos, de los grifos y de los ejemplares hijos del Filomeno, nos sumergíamos en la espuma una y otra vez. El agua seguía cayendo y la espuma se desbordaba por el borde de la bañera cubriendo el suelo          
 del baño, pasamos de submarinistas en las frías aguas de la Antártida a esquiadores en los Alpes, la «nieve» nos cubría el pelo  resbalando por los hombros... con la fiebre del juego no vimos a nuestros padres aparecer, la regañina fue tremenda, llorábamos de picor, picor por algún que otro coscorrón, picor por el «gior» que nos entraba en los ojos, picor en la piel al secarse semejante «espumadera».

Aún hoy en día al recordarlo, no se como mis padres acabaron con las montañas de espuma del baño, que a partir de ese día jamás se encomendó la tarea de limpiarlo a ningún «dueto» y siempre se hizo de uno en uno y con el jabón dosificado en una taza. Eso sí este  nunca estuvo más reluciente que aquel «fatídico» día ni nosotros más limpios.

jueves, 11 de octubre de 2012








Carmen de Rafael Marés -que firmaría sus libros como Carmen Kurtz, utilizando el apellido de su esposo- nació en el seno de una familia cosmopolita. Era nieta y bisnieta de emigrantes catalanes que vivieron en Estados Unidos, México y Cuba. Su padre había nacido en La Habana y su madre, en Baltimore. Parte de su educación la recibió en el Reino Unido y, sin duda, algunas de sus experiencias en ese país se reflejaron en sus libros.
Se casó con el francés Pedro Kurtz y vivió en Francia desde 1935. El matrimonio pasó allí la Segunda Guerra Mundial; su marido pasó dos años en un campo de concentración. Se mudaron a España en 1943.
Carmen empezó su carrera literaria escribiendo cuentos. En 1955 publicó su primara novela, Duermen bajo las aguas, que recibió el premio Ciudad de Barcelona. Al año siguiente obtuvo el Premio Planeta con El desconocido.

" Allá en el fondo, todas las palabras que dijimos y de las cuales ya no guardamos recuerdo, duermen bajo las aguas. Duermen aquellas que no supimos decir y esperan su turno para salir a flote. Las cartas que hemos roto, las no recibidas y las veces que hemos dicho adiós. La pena que sentimos y que ahora, al recordarla, nos parece pequeña. La risa o el llanto que no llegó a brotar. La amistad que buscamos en el momento dificil y que resultó más débil que nosotros, más falta de ayuda. La persona a quien quisimos consolar y nos sirvió de consuelo...Todo duerme allí, en ese fondo. "

jueves, 4 de octubre de 2012

FELICIDADES CONCHI!!







La títa de las celebraciones ataca de nuevo, esta vez el relato es para mi Conchi el acontecimiento a cubrir SU CUMPLE, vamos a ello. Llevo días intentando escribir algo pero a veces por falta de tiempo otras por falta de inspiración y como decimos por aquí «el día se me echa encima» . Tratándose  de mi Conchi los temas a puñaos! . Mis hermanos y yo hemos tenido y tenemos la suerte de vivir muy cerca unos de otros por lo que nuestros hijos ha crecido juntos y han compartido juegos, casas  tí@s , abuel@s y hasta bisabuela, por eso después de tres varones (mi hijo  el de mi hermana y el hijo de Ani) llegó nuestra niña!! . Nada más ver su carita tan linda! supe que sería una luchadora nata (entre otras cosas). Cuando pienso en ella de pequeña siempre me viene a la memoria su etapa de pelirroja (hay fotos que lo demuestran), su etapa de  pelo rubio casi blanco y de mofletes rojos con su falda de pantalón azul marino, parlanchina donde las hubiese  con una jerga que solo su madre entendía  y a la que suplicábamos la traducción. Era un torbellino (aún lo es) que traía de cabeza a los primos de los que aprendió mil travesuras que no dudaba  poner en practicas al menor descuido y de las que fue maestra cuando llegaron pocos años más tarde sus tres primas (Ana incluida). Como prima mayor, todo un ejemplo a seguir, por lo que las travesuras empezaron a multiplicarse primero por dos (Conchi y Lucía) y unos años más tarde  por dos más (Shaila y Ana). De las incontables travesuras  y  seguro que aún por descubrir alguna, destacar la de «Conchi peluquera» empezó cuando pudo utilizar las tijeras
sin punta primero con las barbies , con ella misma y ya toda una «profesional en la materia» con su prima Lucía a  la que no le terminó el trabajo, por encontrarlas a las dos cuchichendo la una y quejándose la otra no contenta con el estilismo elegido para ella, escondidas en el baño de la casa de los abuelos ( quien iba a decir que ese fue el comienzo del nuevo luck de Lucía  y una de las numerosas aficiones de Conchi jajaja).
Conchi maestra, cocinera, actriz, directora de cine de teatro, guionista de los mismos, fotógrafa, coreógrafa y bailarina a la vez, guitarrista, cantante... jajaja mi Conchi  la diversión asegurada fijo, fijo, fijo!!  Mi Conchi a la que adoro y me alegro tanto cuando oigo a alguien de la familia decir _ Se parece a su tita  Saluita!
Mi Conchi a la que le debemos el honor junto a Lucía  de habernos preparado la uvas más saladas y manoseadas  que comimos en  una de las «navidades entrañables» en la que no faltaba ni un miembro de nuestra maravillosa familia y que solo el abuelo Julio (al que le gustaba todo) pudo terminar el año sin dejar ni una uva en la copa, vamos no hubo navidades más salás que esas jajaja.
Mi Conchi, mi primera sobrina!!  No cambies nunca mi amor, eres mi ejemplo a seguir!!


              FELIZ CUMPLEAÑOS!!