viernes, 29 de agosto de 2014

FELICIDADES SHAILA!!!


Aquí otra vez, cumpleaños en puerta, mis musas de vacaciones.
De ahora en adelante mi «relato cumpleañero» será uno de los innumerables episodios vividos por mis hermanos y yo en nuestra ya lejana etapa de críos «asalvajaos o cafres».
Circulaban leyendas sobre nosotros (casi todas ciertas) como la de apagar y encender la luz con los pies, la del sofá nuevo cortado con una cuchilla de afeitar (para ver su interior) la del  gato encerrado en el frigorífico, la del hermano pequeño  perdido por mí en la playa... poco a poco las iré narrando en este espacio.
Controlarnos,  «misión imposible» siempre había uno de nosotros desperdigados por ahí, mi abuela  nunca desistía de la tarea de  reunir a sus polluelos.
Casi todos mis recuerdos, o al menos los mejores, transcurren en verano, en otoño e invierno el colegio con sus montañas de deberes nos mantenían ocupados.
Vivíamos bastante lejos del cole, por lo que mi hermana y yo madrugábamos  para intentar llegar puntuales, casi nunca lo conseguíamos, todas las mañanas tocaba correr, correr y correr, como hermana mayor (entonces más alta) al peso de la mochila se le añadía el de la cesta con platos, vasos, cubiertos, cacerola... las gentes se apartaban al paso de la «niña orquesta» que con la mano libre, tiraba de mi rezagada hermana pequeña la cual buscaba la menor excusa para aminorar la marcha, por si había suerte y encontrábamos la cancela del cole cerrada.
Si los viajes de ida eran una odisea, los de vuelta ni que contar, cansadas, despeinadas, llenas de «churretes» algún que otro moratón o arañazo y vuelta a correr para alcanzar el Bus, la mayoría de las veces se perdía en el horizonte. Tocaba paradita en el barrio San José para reponer fuerzas  bebiendo agua de su fuente, un interminable camino nos aguardaba lleno de sorpresas y ameno a más no poder! no importa qué ruta se eligiese en las dos posibles nos encontrábamos con el paso a nivel (primero con cadenas, mas tarde con barrera) siempre echado a la espera del tren de turno, si tocaba un mercancías se aprovechaba para jugar a las «palmitas», otros pasaban tan rápido que las trenzas y los uniformes bailaban al compás del aire, sus pitidos nos entraban por los oídos para acampar a sus anchas en nuestro estómago y hacernos saltar como posesas. Ya, más tranquilas, de nuevo cargadas de bártulos emprendíamos la marcha hacía el hogar. Cada recodo del camino tenía su historia, su luz, su olor... que nos envolvía y nos transportaba a lugares lejanos donde dejar volar la imaginación.
Ya en casa con los nuestros, tocaba narrar acontecimientos adornados y exagerados al máximo, para asombro de nuestra «crédula» abuela y risas y guiños de nuestros  padres y hermanos. La merienda, los deberes (que casi nunca terminábamos) el baño, la cena, tocaba ir a dormir, entonces llegaba lo mejor, jugábamos a los espías, nuestro acometido era llegar hasta el comedor donde estaban nuestros mayores viendo la tele, sin ser vistos ni oídos, por lo que nos arrastrábamos por el suelo cuchicheando y sorteando toda tipo de objetos, un hermano  detrás de otro a veces se nos sumaba hasta nuestro gato Gaspar,  sí nuestras risas nos traicionaban y  acababan por descubrirnos nos mandaban  a la cama de nuevo, otras veces alguno de nosotros acabó dormido en su puesto de centinela por puro aburrimiento jaja.

 
Bueno Shaila  he puesto mis neuronas a trabajar para poder llegar con mi relato a tiempo.
Por ti esto y mucho más, eres un amor de persona!!, mi Shay, mi sobrina pequeña,(debe ser genes de familia qué las pequeñas siempre son más altas que las mayores). Seguro que este año va a traerte montones de cosas y todas muy buenas, se muy feliz, un beso superfuerte de tu tita la  aventurera!!

P.D. Aunque sigas cumpliendo años no olvides nunca la niña que hay en tí!!