Ya estamos aquí de nuevo, ahora es el
turno de mi Marieta, toca refrescar la mente y rebuscar recuerdos,
intentaré que el protagonista principal sea el padre de la criatura,
o sea mi hermano mayor.
Sabes? siempre me recuerdas a tu padre
de pequeño en cuanto a travesuras se refiere, lo restante es mio (
la que escribe se lleva la mejor parte, por eso es mi relato jajaja).
Mis hermanos y yo siempre tuvimos
conciencia de lo afortunados que eramos, por el simple hecho de
disfrutar de unos padres y abuelas maravillosos! De una casa enorme
en la que poder hacer casi de todo. Siempre he dicho que los juegos
con agua eran nuestros favoritos y protagonistas en casi todas
nuestras mejores travesuras, mangerazos, deslizamientos por el suelo
del patio con el desagüe taponado, baños en un bidón de latón (
qué no veas para salir y entrar) o en un “caldero” puesto a sol
unas horas antes. Nuestra primera piscina fue hinchable y de tres
altura, causa de numerosos mareos al llenarla a pulmón limpio cuando
perdimos la bomba y que acabó toda llena de parches. Un día nos
despertamos con una pequeña piscina de las de verdad, de ladrillos,
no puedo recordar el día a día de la construcción, tal vez imagino
que serian tantos, que nuestra impaciencia acabaría por
desequilibrar al más equilibrado, ni tampoco recuerdo nuestro primer
baño, es como si hubiese estado allí en el huerto toda la vida, lo
que si recuerdo perfectamente son a mis hermanos y a mi con los
labios morados por el frío, casi a oscuras y mi abuela con las
toallas, suplicando qué saliésemos ya de una vez, y nosotros al
unísono “ un ratito más”finalmente hacían acto de presencia
mis padres y salíamos uno tras otro, arrugados y sin rechistar.
Teníamos una colección de flotadores
y artilugios para jugar en el agua, aunque he de decir que la piscina
no nos cubría ni por el lado más profundo, ni tampoco es que fuese
muy grande, tenia la medida y profundidad justa para que los más
pequeños no corriesen demasiado peligro, eso no quita que diésemos
algún que otro susto a nuestros mayores.
Una tarde, creo recordar que por algún
cumpleaños, nos sorprendió mi padre con una canoa hinchable, la
cual fue recibida por nuestra parte con gritos y saltos de alegría,
una vez bien llena de aire, decidimos que los primeros en subir
fuesen los pequeños acompañados de un hermano mayor, el hermano
restante sería el encargado de mover la canoa desde el borde de la
piscina, a mi me tocó subir a la canoa de acompañante y cuidadora
de los pequeños y mi hermano mayor sería el gondolero, por lo que
se hizo de un palo con lo que poder arrastrarnos por el agua.
Allí estaba toda la familia al pleno
preparando el acontecimiento, la canoa en el agua, mis hermanos
pequeños ya subidos esperando mi turno, he de decir que subir a la
embarcación no fue fácil, casi originé un naufragio al intentar
acomodarme, sobraban extremidades y faltaba espacio.
Mis padres y abuela aplaudían
animándonos a partir, mis hermanos y yo saludábamos nerviosos a la
espera del largo crucero por los mares del sur, mi hermano mayor (el
gondolero) nos amenazaba con fabricar olas gigantescas nuestro viaje
comenzó, con el palo nos empujó y oímos un chasquido y la
embarcación empezó a hacer aguas y hundirse con tripulación
incluida, antes de perderme bajo el agua enredada en brazos y piernas
de mis hermanos, pude distinguir la cara de asombro del gondolero y
una mezcla de enfado y susto en las de mis padres.
Aunque rescatados del fondo de los
océanos, no nos libramos de la reprimenda de mis padres, que nos
reprochaban una y otra vez el que no fuésemos más cuidadosos con
nuestras cosas, he de decir en nuestra defensa que la culpa no fue
nuestra, sino del palo que escondía una puntilla traicionera
causante de nuestra desdicha, ya que no hubo manera de arreglar
tamaña avería. Lloramos no ya la canoa, sino el hecho de las
innumerables aventuras no vividas, aunque las remplazamos con creces,
no se nos resistía nada de nada!!, ya he comentado en numerosas
ocasiones que estábamos “asalvajaos”, pero el recuerdo de la
canoa moribunda aunque reluciente nos acompañó durante mucho
tiempo, mis padres relataban lo sucedido una y otra vez a toda visita
de las numerosas que a lo largo de nuestra infancia pasaron por
nuestra casa para compartir un trocito de nuestras vidas e historias,
que las hay y a montones. Que sigan apareciendo en este espacio es y
será mi reto a seguir, que mis hermanos se vean identificados en
ellas, lo que pretendo, que sucediese todo tal y como lo narro? Por
supuestiiiiiiisimo mi desbordante imaginación así lo recuerda.
Bueno Marieta, otro año más
disfrutando de tu presencia, de tu desparpajo, de tu saber estar en
la vida, mi niña linda!! mi casi ingeniera!! mi rubia de sonrisa
perfecta, espero que seas muy feliz, pues lo de conseguir retos, lo
de luchadora, trabajadora, eso fijo que si!!. un millón de millones
de besos de tu tita ( a la que te pareces tanto).