Un día, Mingote, timador de poca monta, propone a Manuel participar en uno de sus ‘trabajos’: debe hacerse pasar por hijo natural de una baronesa venida a menos para engañar a su amante, don Alonso, obligándole a financiar la educación del muchacho y consiguiendo así dinero.
Si en la primera novela de la trilogía, Baroja nos presentaba el submundo de la mendicidad y la miseria, en ‘Mala hierba’ ha dado un paso más. El panorama social que nos muestra aquí es el de la delincuencia pura y dura. Manuel ha pasado a desenvolverse en un mundo de busconas, timadores y ladrones, bajando un peldaño más en su degradación. Y Baroja se esfuerza en diferenciar con claridad a unos de otros. Para él, los primeros poseen mayor dignidad en su pobreza que los que, aunque bien vestidos, viven de engañar al prójimo.
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